La delincuencia no da tregua en Arequipa, y los distritos de Cerro Colorado, Yura y Sachaca están en el epicentro de una preocupante serie de robos que afectan gravemente a almacenes y talleres locales. Estos incidentes no solo representan una pérdida económica significativa, sino que también incrementan el temor y la inseguridad entre los residentes y empresarios de la región.
El más reciente de estos robos ocurrió en el sector 8 de la asociación José Luis Bustamante y Rivero, en Cerro Colorado. Según la denuncia presentada por Marco C. M. (35), los delincuentes ingresaron a su almacén trepando un muro y fracturaron los candados para acceder al interior. Una vez dentro, se llevaron maquinarias valoradas en más de S/ 35 mil, incluyendo generadores eléctricos, rotomartillos, equipo de termofusión y otras herramientas esenciales para el trabajo diario.
El modus operandi de los delincuentes sugiere una planificación cuidadosa y una notable destreza para evitar los sistemas de seguridad convencionales. Los robos han sido rápidos y eficaces, dejando a las víctimas con pocas esperanzas de recuperar sus bienes. Este patrón de robos ha generado una gran preocupación entre los comerciantes y propietarios de talleres, quienes se sienten cada vez más vulnerables.
Ante esta ola de robos, las autoridades locales y la policía han intensificado las investigaciones y patrullajes en las áreas afectadas. Sin embargo, la sensación de inseguridad persiste. Los vecinos y empresarios están tomando medidas adicionales para proteger sus propiedades, como la instalación de sistemas de vigilancia más avanzados y la organización de rondas comunitarias.
Los representantes locales han solicitado una mayor presencia policial y medidas más estrictas para prevenir estos delitos. Además, se está promoviendo la colaboración entre los residentes para reportar cualquier actividad sospechosa y trabajar juntos en la protección de sus barrios.
El impacto económico de estos robos es significativo. Las maquinarias y herramientas robadas son esenciales para el funcionamiento diario de los talleres y almacenes, y su pérdida representa no solo un golpe financiero inmediato, sino también una interrupción en las operaciones comerciales. Esto, a su vez, afecta a los empleados y sus familias, creando un efecto dominó que se siente en toda la comunidad.
Este creciente problema de inseguridad subraya la necesidad de acciones más contundentes por parte de las autoridades y una mayor conciencia y cooperación entre los residentes.