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Navidad | La abuelita de las ollitas de barro

Para Flora Choquehuanca de Roque que el domingo cumplió 80 años, la vida no ha sido nada fácil. Por eso la pasó trabajando porque de lo contrario no tendrá plata para su panetón ni tampoco para su cena de Noche Buena.

Ella es quechuahablante, nacida en la comunidad de Checapuja, un rincocito olvidado de la provincia de Azángaro – Puno. Como muchos de sus paisanos que se cansaron de la pobreza, migró hace más de una década cuando se quedó viuda.

Cuenta que por su edad no pudo conseguir trabajo, y tuvo que generarse un empleo propio. Empezó a vender sus cocinitas de arcilla (barro) en miniatura de manera ambulatoria en las calles. Estos juguetitos andinos que quizás no son conocidos por las niñas de la ciudad, son elaborados por sus paisanos de Azángaro a quienes les compra cada vez termina una caja. Esto puede ser cada 3 meses si tiene éxitos en las ventas.

Lo poco que gana, le alcanza para comprar su almuerzo que muchas veces consiste en huevo con papa o un plato de chuño. Son más económicos y no pasan de los 4 soles. La otra parte de su ganancia, se va en sus pasajes. Flora vive en la Asoc. Virgen de Copacabana en la Via Arequipa Yura en Cono Norte, a donde solo ingresan mototaxis.

Estas unidades lo trasladan hasta el sector de Llamagas en Cerro Colorado, y desde allí debe abordar una combi para llegar a la Av. Independencia en el Cercado, a la altura del estadio Melgar (lado sur). Allí se instala en la vereda a la espera que alguien le compre sus juegos de cocina. Esta rutina es de todos los días.

Nos confiesa que muchas veces no venden ni un juego de cocinita y tiene que retirarse a su casa con la esperanza que al día siguiente le irá bien. Tiene un hijo que también es de bajos recursos y a pesar que le pidió que no trabaje, ella lo hace porque no quiere depender de nadie. En su lenguaje originario, nos dice que no hay nada mejor que ganarse el dinero con tu propio esfuerzo.

Quizás si los funcionarios de #pensión65 la hubieran ubicado, ella no tendría tantas necesidades. Al menos tendría un ingreso fijo que podría aliviar sus gastos. A sus 80 años, ella se moviliza por sus propios medios pero no siempre será así. Si hoy la vez en la calle, no dudes en comprarle alguno de sus objetos de arcilla que por estás fechas son ideales para el nacimiento y para el juego de las niñas. Además, sin querer estarás contribuyendo a la naturaleza, estos juguetitos no contaminan.

Emocionada por la entrevista, Flora nos dice que estará en la misma zona hasta el 1 de enero. Solo esperemos que los demás ambulantes no la desalojen de su espacio y los municipales tengan consideración de la señora que solo busca subsistir como muchos peruanos olvidados por las autoridades.

EPA